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Ana Vidigal utiliza como materia prima de sus creaciones elementos tan diversos como sedimentos, restos, recuerdos, cartas y fotografías, todos ellos extraídos de la complejidad de la vida, explorando minuciosamente las huellas de vidas obsesivamente guardadas y reinventadas.
Esta retrospectiva inédita, comisariada por Patrícia Reis, reúne un conjunto de obras que abarcan cuatro décadas de la producción artística de Ana Vidigal, y forma parte del proyecto CAMPO ABIERTO/CAMPO ABERTO, una iniciativa de cooperación territorial transfronteriza entre el MEIAC y la Fundación Eugenio de Almeida (FEA) iniciada en 2019.
En palabras de la comisaria: «A través de sus manos, hay una percepción única de cada objeto y de su potencial. Como si sus pequeñas manos tuvieran el poder de coger un recorte, un botón, una postal o una foto y descubrir inmediatamente su vida oculta. Es en la familiaridad de los objetos donde Ana Vidigal teje muchas de sus narrativas». Y añade: «A lo largo de 43 años, la artista ha mantenido su trayectoria dentro de una lógica basada en la deconstrucción de lo familiar. Se ha apropiado de conceptos e ideas para recrearlos; se ha inspirado en la poesía para salvaguardar cosmovisiones; se ha sumergido en detalles y acumulando trozos de cosas que para la mayoría de nosotros son sólo eso, cosas, y que para ella son la posibilidad de comunicar de otra manera.»
Además de incluir simbólicamente un conjunto de cajones metálicos con objetos y múltiples papeles que Ana Vidigal trajo de su estudio, la exposición se compone de piezas que se han convertido en icónicas y que vuelven a resonar en una geografía emocional y afectiva: la pieza, con varias composiciones, concebida inicialmente para la Sala de los Ciervos del Museo Nacional de Historia Natural y de la Ciencia; los dos lienzos de técnica mixta; los baberos impresos con fotografías de la guerra colonial y con extractos de una carta de Emily Dickinson; las sábanas que heredó de sus padres y en las que pintó otras posibilidades; el barco y la caña de pescar de su padre. Como subraya Patrícia Reis, «son piezas que revelan el carácter multidisciplinar de Ana Vidigal y sus propuestas artísticas como episodios que encierran historias concretas». Cada pieza tiene un comienzo, una historia», afirma. Y cada historia marca un tiempo, revela el camino inesperado de las propuestas de alguien que siempre se ha sabido pintora. Su especial forma de ver y de ser se nos regala con la generosidad artística de quien se expone a sí misma. Cada pieza es ella misma, Ana Vidigal».
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