Se ha familiarizado con la holografía desde la adolescencia, pues su padre es el físico e ingeniero óptico Justo Oliva, director entonces del Laboratorio de Óptica de Alacant —luego Centro de Holografía—, donde se ha iniciado el uso de dicha técnica en España. Sin embargo, es en 1984, a raíz de una exposición que visita en Alemania —donde cursa estudios de Filología Germánica—, cuando descubre el potencial creativo de la holografía. A partir de este momento se adentra más y más en dicho campo: primero aprendiendo sus entresijos y luego instruyendo a otros artistas y técnicos; trabajando e investigando en diversos centros y firmas en España y Alemania, como también por su cuenta. Su obra de creación se vuelca a las formas absolutas, a los "colores luz" genuinamente holográficos —"colores espectrales en variación continua"—, así como a una continua exploración de nuevos procesos y horizontes. Sus principales creaciones se recogen en 1992 en sendas exposiciones individuales en Burgos y Madrid, pero luego se aleja del arte y oficio holográfico para dedicarse a otros estudios y actividades.