Primeramente dedicado a la pintura, Padrós se inclinó hacia el cine desde 1968, cuando empezó a asistir a los cursos que se impartían en Aixelà, un importante comercio fotográfico de Barcelona que a su vez cumplía las funciones de escuela y galería. De uno de sus profesores, Pere Portabella, aprendió los recursos del "cine pobre", haciendo un uso ufano de materiales de bajo coste como el negativo de sonido o las emulsiones caducadas. Contagiado inicialmente por ciertas influencias propias de la época (de Godard a la Escuela de Barcelona, pasando por los rumores del cine underground norteamericano), Padrós iría desarrollando un estilo propio que se expresa a sus anchas en los largometrajes "Lock-out" (1973) y "Shirley Temple Story" (1975-76), testimonios muy personales del tardofranquismo y de ciertas expectativas contestatarias caricaturizadas despiadadamente; films-río que discurren entre el esperpento y el neoexpresionismo, entre la logorrea y el desenfreno de sus múltiples referencias musicales, visuales y culturales.