Antoni Miralda | Terrassa (Barcelona), 1942.
Vive entre Miami y Barcelona.
Inicia su actividad artística en 1966, al establecerse en París tras concluir el servicio militar obligatorio, la catarsis del cual se prolonga varios años en sus jocosas piezas a base de ejércitos de soldaditos blancos desplegados en objetos y muebles, esculturas y monumentos, cenotafios y algunas fantasías audiovisuales. En 1967 realiza junto con Dorothée Selz las primeras piezas de arte comestible; un motivo, el de la comida, que deviene una de las constantes de toda su obra, adquiriendo con el tiempo unos enfoques etnográficos y sociológicos superpuestos a la voluptuosidad colorista de la dieta miraldiana. Un tercer aspecto que caracteriza su trayectoria estriba en la cualidad festiva y a menudo multitudinaria de sus ceremonias, saraos y rituales; epicúreas fiestas de la convivencia y la diversidad cultural que inicia en su etapa parisina y prosigue en Estados Unidos y por medio mundo. Miralda utiliza a menudo elementos audiovisuales en su obra, aunque en general como un ingrediente entre otros y en el marco de proyectos más vastos.